Lila y Miguel son una pareja citadina que cumple el sueño de tener un lugar, frente al mar, en donde llevar una vida de ensueño, y a la vez, asegurar su estabilidad parcelando la tierra para vender porciones de ese paraíso. Llegar hasta allí puede demorar hasta dos días, “allá no entra ni la mirada de Dios, es un lugar onírico, los nativos no han salido casi nunca de esa zona, no hay agua, hay que recogerla en temporada de lluvias y debe durar todo el año”, explica la escritora Sara Jaramillo Klinkert, sobre su última novela Escrito en la piel del jaguar.
La historia se desarrolla en Puerto Arturo, el nombre con el que esta comunicadora social bautizó ese lugar paralelo en su libro, el cual recoge su propia experiencia en la vida real. “Me parecía que en un lugar tan idílico hubiera pasado algo así, usé ese suceso de la vida real en ficción, muchos de los personajes están inspirados en personas del lugar”, revela esta profesora de literatura que vive en Medellín, quien trabajó durante tres años para completar su tercera novela.
“Fue un choque ver que había gente que era diferente a mi, sin ellos no hubiera sobrevivido ni 24 horas, rápidamente entendí que no les podía enseñar nada”, reconoce Jaramillo, y agrega que a través de sus capacidades de observación y escucha va haciendo ‘notas mentales’ en las cuales las personas pueden terminar siendo protagonistas de sus relatos. Así nació, además de Lila y Miguel, Antigua Padilla, un personaje que le permitió introducir la magia en su relato.
La obra, de alguna manera, es un tributo a la conservación del medio ambiente, “a mi papá lo mataron cuando yo tenía 11 años, mi mamá quedó sola en una fina con cinco niños, crecí con una mentalidad ecológica. Tengo hermanos trillizos, era una vida salvaje, rodeada de naturaleza, eso ha sido determinante para mi escritura”, dijo.
“¿Por qué utilizar el jaguar en la novela?”, le pregunta en este Encuentro con Autora el moderador, y ella responde que, en un primer momento, el jaguar era un personaje muy secundario. Antigua encuentra pozos de agua, y para defenderlos, dibuja en la tierra las pisadas de este felino con el fin de evitar su asalto.
Por su parte Matilda es una niña de la zona que advierte a la pareja sobre los peligros de la zona. Es un puente entre la realidad y la fantasía. “Quise darle espacio para mostrar la problemática de las niñas que no pueden ir a la escuela y terminan embarazadas a temprana edad. Matilda es todas las niñas de esa zona”. También existe una bruja, que todo lo sabe, Encarnación, y ‘ellos’, personajes que, para no hablar directamente sobre los paramilitares, le agregan magia al relato, son una autoridad paralela que impone su ley ante el olvido del Estado.
Sara Jaramillo Kinklert escribe una columna dominical en el periódico El Colombiano, hizo una maestría en Narrativa, en España, y esta fue la segunda vez que estuvo presente en Ulibro, la Feria del Libro de Bucaramanga que organiza cada año la Universidad UNAB.