Hace 54 años, cuando Fernando Iwasaki tenía ocho, él y su hermano mayor que tenía 10, tuvieron que dormir en el cuarto donde su abuela agonizó las últimas dos noches antes de morir. Vivían a las afueras de Lima, Perú, y ese es uno de sus recuerdos de infancia en los que afirmó que sí convivió muchas veces con la muerte.
“‘No hagan bulla en la noche porque aparecen los tíos que fallecieron’, decían mis tíos cuando nos pasó esta historia con mi hermano y no podíamos ser ajenos a ello. Se estaba muriendo mi abuela, pero me daba miedo que por ejemplo apareciera mi tío ‘Panchito’”, dice el escritor peruano mientras está sentado en una de las bancas del Centro de Convenciones de Bucaramanga, Neomundo, minutos antes de iniciar la charla sobre su libro Ajuar Funerario en Ulibro 2023.
El autor habló sobre este libro lanzado en 2004 y resaltó que lo más difícil fue desechar 40 relatos que no estaban al nivel de los 100 que fueron publicados por la editorial Páginas de Espuma. Esta charla de este martes fue moderada por el también peruano Julio Eduardo Benavides Campos, docente del programa de Comunicación Social de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB).
La escritura de este ejemplar le tomó ocho años y su vivencia como escritor se divide en dos, las experiencias que vivió cuando era niño y las lecturas de los cómics. “Tuve una educación religiosa que fue creada por los comisarios del santo oficio. Mi abuela me ponía frente al crucifijo en su cuarto y me decía “mira a Jesucristo, mira los clavos, mira la corona de espinas”, y yo lo miraba cada vez más asustado. “Si mientes en la vida, aprietas sus clavos”, así que yo confesaba hasta lo que no había hecho. Luego fueron las lecturas, yo fui criado con El Monje Loco, el cómic mexicano de terror que llegaba al Perú, pero cuando crecí me di cuenta que esas historias salían de los libros de Edgar Allan Poe y todo empezaba a conectarse como escritor”, añadió Iwasaki.
El ajuar funerario es el ritual de colocar objetos de valor en el cuerpo de los muertos en la tumba. Cuando era estudiante de Historia de la Pontificia Universidad Católica del Perú, el escritor solía pasar por la calle Jirón Junín, en el centro histórico de Lima, en el que estaban todas las funerarias de donde sobresalen los servicios que prestaban, pero una tenía la oferta de ajuar funerario. “Consistía en que en el velorio de tu familiar le ponían condecoraciones, medallas, lapiceros Montblanc, relojes Rolex, pisa corbatas con diamantes, y cuando velaban al familiar la gente decía “qué importante era él o ella”, pero cuando se acababa, le quitaban todo para ponérselo a otro muerto. Eso era el ajuar funerario y me he quedado con eso en la cabeza porque estas historias de mi libro son breves, cortas y es un poco la razón del título”, añadió el escritor.
El peruano, actualmente radicado en Sevilla, España, declaró que toda su vida ha enfrentado el miedo a la muerte como algo sobrenatural, aunque parezca normal. “Sí, todos hemos sido niños y estamos abiertos a tenerle miedo a la oscuridad, la muerte de los papás y todo lo que puede parecer paranormal. Si nunca hubiéramos sido niños, solo le tendríamos miedo al dentista y a los impuestos. Hemos sido niños y le tenemos miedo a lo sobrenatural”, finalizó.