La escritora y periodista colombiana Laura Restrepo Casabianca (Bogotá, 1950) no venía a la Feria del Libro de Bucaramanga hace siete años, cuando presentó su libro de relatos Pecado en el lanzamiento de Ulibro 2016, época en la que este evento tenía como sede el campus El Jardín de la Universidad UNAB. Por eso este sábado, lo primero que compartió con el público presente en el conversatorio, fue su grata sorpresa con la evolución de esta fiesta literaria. “Esta feria crece, se multiplica y se fortalece, me encanta ver a todos esos jóvenes haciendo el puente con los escritores, es una maravilla”, dijo.
La autora de Delirio, novela con la que resultó galardonada con el Premio Alfaguara en 2004, conversó con el profesor del programa de Comunicación Social, Ricardo Jaramillo Pulgarín, sobre un elemento determinante en la literatura colombiana: la violencia. “Somos una nación que ha tenido que pasar las duras y las maduras, y sin embargo, sobrevivimos. Colombia es el futuro, con los problemas que les espera a los otros países, como el cambio climático y las guerras atómicas, nosotros ya hemos aprendido, nosotros negociamos con el enemigo, seguimos siendo el país de los milagros”, explicó.
Restrepo, exiliada en México luego de hacer parte de la mesa negociadora de paz entre la guerrilla del M-19 y el gobierno de Belisario Betancur (1982-1984), reafirmó que la violencia está presente en la cotidianidad de los colombianos. A los cinco años tuvo que observar un episodio en el que un celador, a los pies de un grupo de niños, había sido herido y se estaba desangrando. “Escribir es una forma de exorcizar. La literatura es una forma de conjuro, de entender, de asumir, es un ejercicio lícito entre escritores y lectores”.
Canción de antiguos amantes, su libro más reciente, reproduce tres historias de amor en las cuales reconstruye el pasaje bíblico del Cantar de los Cantares, en Yemen y Etiopía. Y Hot Sur, un texto publicado hace 10 años, el cual fue vuelto a reeditar, un relato sobre el sueño americano que persiguen los migrantes latinoamericanos encarnados en la protagonista, María Paz. Los personajes femeninos están presenten en sus obras. Para la escritora “la única revolución triunfante en el siglo XIX fue la femenina. Nos devolvió derechos pero nos atribuyó responsabilidades. Mucho de lo que pasa en nuestras sociedades es culpa nuestra, yo a mis mujeres les exijo en sus personajes, entiendo el feminismo así, mujeres con responsabilidades”.
El conversatorio tuvo espacio para la melancolía. Su compañero de vida, Carlos Payán, fundador del periódico La Jornada (México) fallecido en marzo pasado, fue perdiendo la memoria. La escritora relató que ante esta situación solía advertirle a su esposo “¡Payán!, ¿otra vez se te olvidó mi nombre?”, a lo que él le respondía “se me olvidó tu nombre, pero no de que te quiero”.
Por último la autora de La novia oscura y La isla de la Pasión se refirió al actual proceso denominado como la ‘paz total’, deseándole al presidente Petro, su compañero de militancia en el M-19, la bendición divina para que salga adelante.