El día de ayer, el escritor colombiano Julio Paredes se habría presentado en Ulibro, en un evento en el cual hablaríamos sobre su más reciente novela “Aves inmóviles” (2019), con la cual obtuvo el Premio Nacional de Novela 2020 del Ministerio de Cultura. En la noche hemos recibido la triste y sorpresiva noticia de su partida. Hablar de su novela es un homenaje al hombre, al autor y a su amor por la literatura.
La novela trata sobre un oficio poco común, el de la taxidermia, que ejerce Ricardo, el personaje principal, quien ha sido contratado para hacer el montaje de un caballo llamado Saturno. Es un gran reto para él, pues nunca ha trabajado en un animal de ese tamaño, y siendo un hombre que busca la perfección en su oficio, quiere hacer el encargo lo mejor posible. Pero hay algo más, Ricardo pasa por un momento crítico en su vida marcado por la desaparición de su hermano, la partida de su querida Inés, las dificultades económicas y la aparición de una preocupante mancha en uno de sus pulmones. Y su oficio es cada vez menos requerido.
En una entrevista el año pasado al diario El Espectador, Paredes había señalado: “Como escritor hay unos temas que se vuelven recurrentes y en los que uno se siente más cómodo. A mí me interesa hablar mucho sobre oficios en vías de extinción, porque la idea de la extinción me llama la atención, la idea de la muerte y de que existe un único ejemplar de determinada especie y se muere y esta desaparece del mundo”. Saturno es único para su dueño, así como Ricardo es un ser cada vez más único respecto al oficio que ejerce. Y en sí, la novela nos da la idea que a la larga todos somos únicos en nuestras pasiones y sufrimientos, en nuestros afectos y pensamientos, en nuestra experiencia vital.
Pero la taxidermia en “Aves inmóviles” es mucho más que un simple oficio. La narración lleva al lector a reflexionar sobre la relación que tenemos con los animales, con nuestros cuerpos, con los demás seres humanos, con lo que hacemos en nuestras vidas. Incluso podemos advertir un espejo del quehacer literario en la taxidermia. Hay un momento en que Ricardo recuerda las palabras de su abuelo, también taxidermista: “la verdadera naturaleza de la taxidermia estaba en la búsqueda de la autenticidad y, en consecuencia, de la verosimilitud; la perfección de un montaje se encontraba, por encima de todo, en los ojos, en una mirada clara que transmitiera la disposición del animal montado e hiciera olvidar la sensación de tener al frente una criatura en realidad ciega, con dos simples cristales en vidrio o acrílico”.
Y es que la buena literatura debe ser como la buena taxidermia, hacernos sentir que no estamos frente a algo muerto, inmóvil. Por eso algunos personajes en la novela expresan el sentir de que los animales montados solo aparentan estarlo, y que al menor descuido, podrían moverse. La buena literatura nos hace sentir la vida a través de las páginas de un libro, de algo de naturaleza estática, pero que se transforma en nosotros en personajes que toman vida y movimiento.
Julio Paredes fue, además de escritor, editor y docente. Una vida de una dedicación apasionada por las letras que nos legó algo más de una decena de libros. En estos momentos aciagos, el mejor acto que podemos hacer para honrar su memoria es acercarnos a sus cuentos y novelas, a esos textos en los cuales pudo comunicarnos su visión de la condición humana y su inmenso afecto por la palabra escrita. Gracias Julio.
Escrito por: Guillermo Zúñiga Cañizares, docente Literatura UNAB