Debieron pasar cerca de treinta años para que el nadaísta Humberto de la Calle Lombana (Manzanares, 1946) perdiera el temor al ridículo y se atreviera a sacar de sus gavetas el original de “La inverosímil muerte de Hércules Pretorius”, el lanzamiento a las turbulentas aguas de la literatura de este abogado y político caldense reconocido en Colombia por su papel en la Asamblea Nacional Constituyente (1991) y como jefe del equipo negociador del Gobierno que concluyó con los acuerdos de paz con la guerrilla de las FARC (La Habana, 2016).
Sus 215 páginas de narración movida y emocionante recorren la vida de un brillante e ingenuo universitario romántico que es seducido por la idea de ser protagonista de una revolución social pero que a la vez detesta la violencia, el cual termina empuñando las banderas del M-19 y muriendo de la manera menos sospechada en la selva húmeda del Chocó, en lo que se convierte en un sobrevuelo rasante al conflicto armado en Colombia o –dicho en palabras del columnista Ricardo Silva Romero– una “sátira magnífica e implacable que retrata a la perfección un mundo malogrado…”.
De la Calle Lombana estuvo en la XXI Feria del Libro de Bucaramanga conversando de ese personaje de ficción hecho de retazos de realidad, pero también de los diálogos con la guerrilla del ELN y de su perspectiva de la situación nacional más allá de su curul como senador independiente.
“Este libro ha significado un cambio interior para mí. Tras muchos años de vida pública y política, ahora estoy en un proceso de transformación donde he reencontrado una vieja vocación literaria y quiero seguirla cultivando. Además, con el paso del tiempo y de las circunstancias pretendo que lo que me quede de vida se convierta en una actividad mucho más satisfactoria en lo personal que la política, porque esta es la tarea más noble de la humanidad pero también la más adyecta. Entonces creo que ya va siendo bueno buscar estos otros horizontes”, reflexiona.
Advirtiendo que no quiere pasar de pretencioso y que ante las dificultades de las políticas en la materia del nuevo gobierno las negociaciones que lideró en Cuba sí tuvieron unas ‘líneas rojas’, sus cuentas señalan que trece mil guerrilleros dejaron las armas, que estas fueron destruidas y que aunque “algunos” están en las disidencias el grueso de esa subversión se encuentra en la vida civil. “Cada quien puede opinar, pero yo estoy muy convencido de lo que se hizo y absolutamente tranquilo”, insiste.
Al revisar las puertas que se vislumbran con el ELN, De la Calle Lombana señala que el mecanismo de toma de decisiones es diferente con respecto al de las Farc y en este caso bastante federalizado. También asevera que este grupo insurgente siempre ha sostenido que no se trata de una negociación entre el Gobierno y la guerrilla sino entre éste y las comunidades, siendo ellos una especie de interventores armados lo cual genera una mayor complejidad, aparte de que la agenda que se ha dado a conocer es mucho más ambiciosa y se habla del cambio del modelo económico y político, aun cuando las palabras son maleables. “Ojalá se logre llegar, sobre todo por un elemento histórico que debería valorar el ELN y es que finalmente hay un presidente alternativo -Gustavo Petro- y que es también la gran ocasión histórica para ellos decir que ya es hora de dejar las armas”, afirma.
Mientras espera que los lectores de su novela comprendan que ésta le apunta a poner en jaque la utilización de la violencia en la política, este curtido hombre que llegó a ser vicepresidente de la República califica de “muy voluble” a Petro “porque aunque periódicamente convoca a un gran acuerdo nacional esta actitud la adoba con una descalificación permanente como fascistas neoliberales o marionetas de la oligarquía a quienes simplemente se muestran en desacuerdo con elementos de sus reformas; a la vez que del otro lado hay matices entre aquellos liberales progresistas que objetan ciertas cosas pero son conscientes de la necesidad de cambiar, así como elementos recalcitrantes que lo que quieren es que aquí no cambie nada. Así es difícil saber en qué momento habría una posibilidad real de buscar acuerdos nacionales”.
Está ilusionado con que pasadas las elecciones regionales de octubre se abra una ventana para que las fuerzas políticas reflexionen. “Petro tiene que escoger: o sale de la Presidencia como un reformista liberal -una especie de Alfonso López Pumarejo- o mantiene su radicalismo que lo convertiría en una especie de pregonero de una revolución frustrada por falta de ejecución y por incapacidad de interpretar mejor la sociedad colombiana”.
Con ganas de medírsele a una segunda novela, De la Calle dice que a la vuelta de diez años de ninguna manera se ve ‘dando lora’ en el Congreso. “No será que para ese momento uno está chupando gladiolo…”, expresa y suelta una carcajada.