Piedad Bonnet Vélez se sienta y lo primero que se le viene a la mente son aquellos días que estuvo de interna en el colegio La Merced, de la ciudad de Bucaramanga, “cuando alrededor no había sino montañas y era un escenario preciosísimo”. Luego mira al frente y queda asombrada con los más 600 jóvenes y adultos que han acudido a la cita con la aclamada escritora antioqueña (Amalfi, 1951). El significado imborrable es que sus padres la enviaron a esta institución regentada por monjas como castigo por “indisciplinada y rebelde”, con la prohibición de poner las cosas en entredicho y ante la mirada vigilante de un dios compasivo y castigador a la vez.

Piedad Bonnett en el Encuentro con autora: “La mujer incierta”. / Foto Erika Díaz

Madrugó a tomar el avión para venir a Ulibro 2024 “Palabras Vivas” con el propósito de hablar durante una hora de su más reciente novela: “La mujer incierta”, firmar decenas de libros y luego participar en una velada poética con su colega manizaleño Juan Carlos Acevedo Ramos. “Lo que veo es avidez de cultura y de reflexión”, dijo al comienzo, recibiendo a cambio un cerrado aplauso.

Esta dramaturga, crítica literaria y columnista del diario El Espectador, que durante tres décadas dictó clases en la Universidad de los Andes (Bogotá), viene de ganar el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2024, campo de los reconocimientos al que está habituada ya que ha recibido el XI Premio Casa de América con “Explicaciones no pedidas” (2011) y el Premio de Poesía Generación del 27 con “Los habitados” (2016), entre más de media docena de galardones.

Aparte de nueve libros de poemas, Bonnett ha publicado las novelas Después de todo, Para otros es el cielo, Siempre fue invierno, El prestigio de la belleza, Donde nadie me espere y Lo que no tiene nombre.

En la XXII Feria del Libro de Bucaramanga, Bonnett se refirió a algunas experiencias personales planteadas en La mujer incierta, un texto que nació “cuando el desconcierto general frente a la pandemia me llevó a reflexionar sobre mi propia relación con la enfermedad y la muerte. Como en todo libro autobiográfico la escritura fue un camino de reconocimiento, una inmersión en la memoria que me permitió  revisar mi propia vida e ir llegando a otros temas. Pero lo que el lector encontrará en estas páginas no son unas memorias, pues en forma deliberada he dejado muchos aspectos de mi vida en la sombra. Lo subjetivo, lo íntimo, solo me interesan en el marco de la experiencia colectiva del yo dentro de la circunstancia social e histórica. La que aquí habla, pues, es una mujer de una generación que aspira a iluminar desde la singularidad de sus vivencias cómo nos determinan el origen, la política, la educación, la religión, el género, el momento y que se pregunta por el papel de la libertad, el azar y el destino en cualquier vida”.

Encuentro con autora: “La mujer incierta” con Piedad Bonnett. / Foto Erika Díaz

Por ejemplo, relató que cuando embistió el covid-19 permaneció atrapada en una finca durante dos meses, sin acceso a un computador y limitada a un cuaderno y un lápiz. “Ahí se me dispararon recuerdos muy fuertes sobre esa niña incierta que fui, y sobre esa adolescente atormentada que fui, y sobre esa mujer que salió de la universidad y luchaba por creer en ella y por creer en esa vocación que tenía para la poesía y para la narrativa, desde que tuve doce o trece años”, contó, refiriéndose a una época en la que pensaba que no había podido ser la persona que quería ser.

Una imagen sucedió a otra y esta a otras tantas, en un interminable ejercicio de memoria hasta que la obsesión mostró sus garras afiladas. “Un escritor es sobre todo un ser obsesivo. Si las ideas no perseveran y empujan, quiere decir que no hay necesidad de escribir eso. Pero a mí me empujaron esas ideas, y sin embargo yo no escribí ese libro en ese momento”, dijo. Aun así, la acechanza silenciosa del virus la llevó a reflexionar sobre la familia y un sinnúmero de asuntos.

Oteando el pudor absoluto infundado por la religión y el miedo terrible al cuerpo, Bonnett admite que de niña y adolescente no le enseñaron a nombrar nada, mientras que en su pueblo natal las mujeres tenían que montar a caballo de medio lado y hay de que osaran ponerse pantalones.

Otros aspectos esbozados en su charla con la periodista Laura Camila Arévalo, aparte de los tabúes de la sociedad y la educación puritana, Bonnett se detuvo en la negación de los placeres materiales con que fue criada, y afirmó que “los recuerdos son los recuerdos, hayan pasado o no… Lo importante no son los hechos sino la manera como la memoria ha procesado lo que sucedió o no sucedió”, en línea con lo dicho hace años por el Nobel Gabriel García Márquez.

En su introspección, acotó que esta novela le permitió cobrar una pequeña venganza con quienes en su camino no se han portado de la mejor manera, en especial los maltratadores y déspotas, admitiendo de paso que siempre se ha sentido una mujer bastante cobarde.

Insistiendo en que la literatura y las palabras han sido sus salvavidas, también reivindicó la rebeldía, los cambios de paradigma y las trasgresiones, se cuestionó sobre los condicionamientos, las carencias, las presiones sociales y la libertad, cerrando su conversación con un consejo: “Todos debemos buscar no el éxito, sino la felicidad”.

Piedad Bonnett en la firma de libros. / Foto Erika Díaz

Ulibro 2024 es posible gracias al apoyo de entidades como el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, Instituto Municipal de Cultura y Turismo de la Alcaldía de Bucaramanga, Cámara de Comercio, Coordinadora, ESSA, Delthac Seguridad, Centro Comercial Cacique, Banco de la República, El Espectador, RCN, Neomundo y Crepes & Waffles, entre otras.

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