Sobre las 12:00 del medio día del sábado 3 de septiembre, dos mujeres posaron frente a una de las dos puertas de madera que tapaban la entrada al Gran Salón de Neomundo en Bucaramanga. Audaces o no, el par de personas aún no contemplaban la tan esperada fila que llenaría 800 sillas de este salón en el penúltimo día de Ulibro 2022. 

Durante la semana, la visita de alrededor de 200 escritores, artistas y gestores culturales hicieron que las manecillas del reloj pasaran desapercibidas entre las diferentes presentaciones de la Feria y ese increíble sentimiento que deja comprar libros, abrirlos y oler ese aroma que lanzan sus hojas. 

Pese a la fuerte lluvia del lunes, los rocíos del jueves y viernes, y los espectaculares atardeceres que acompañaban a los medios de comunicación, los restaurantes y los músicos de Momentos Sonoros; el impredecible bochorno del sábado acompañaba el ambiente que vivirían más de 6.000 asistentes ese día con la visita de uno de los escritores más importantes de Colombia, quien presentaría Leer es resistir.

Había aterrizado el viernes en la noche en Bucaramanga. Grupo Planeta avisó que no daría entrevistas el día sábado, ni fotografías, solo la firma de libros posterior a su evento que comenzaría a las 4:00 p.m. Era imposible hacerlo pasar en medio de todos los asistentes, su entrada fue por la parte de atrás del Gran Salón. Antes del encuentro se dejó tomar un par de fotos detrás del escenario. Su polo era verde y tenía un micropore color piel al lado de su fosa nasal derecha. 

Mario Mendoza antes de salir a su charla sobre su libro “Leer es resistir” en Ulibro 2022 / Foto suministrada

Casi 200 personas de la fila quedaron por fuera del Gran Salón, pero vieron su charla sobre la pantalla grande que quedaba junto a aquella puerta de madera. Cerca de mil personas tenían la intención de oír y ver al autor. En el escenario lo esperaba una mesa con su mantel blanco, una silla, un micrófono y su computador, un dispositivo que debe guardar sus más íntimos secretos, entrevistas y relatos que desde los siete años, cuando conoció los libros, escribe en sus textos. 

Muchos visitantes preguntaron por la charla y la principal recomendación del equipo de logística era comenzar a hacer la fila ya, pese a que solo iban 10 minutos del evento. Aún así, la gente se tomó el tiempo de comprar sus libros ubicados en la muestra editorial y hacer la fila. 

Asistentes que se quedaron por fuera de la charla de Mario Mendoza disfrutando del evento en la pantalla ubicada a fuera del Gran Salón / Foto por Juan Pablo Borrero

Mientras la gente vivía ese íntimo momento de la vida entre un lector y su nuevo libro, a la espera de recibir su firma en las primeras páginas de ese tesoro, el autor habló de Leer es resistir, y no solo leer, sino también lo que implica, al pensar, al juntar las palabras y al escribir aquello que hace mover masas. 

“Seguiremos leyendo porque las páginas que amamos, en medio del infierno que vivimos día a día pues son nuestra única redención posible”, dijo en su conferencia, mientras pasaba en su computador distintas diapositivas donde se vieron imágenes de autores como Edgar Allan Poe, Arthur Rimbaud, Henri de Tolouse-Lautrec, Albert Hofmann o hechos como la Guerra Civil en España.

Ya eran las 4:15 p.m. cuando el escritor cerró su encuentro con la frase “esa es la invitación que yo siempre les hago, especialmente con este libro y es la que siempre hago con todos mis libros y todas las visitas que he hecho a Ulibro”, al tiempo que casi mil asistentes esperaban el movimiento de su mano en sus libros. 

Mario Mendoza en su charla “Leer es resistir” / Foto por Juan Pablo Borrero

De lo indescifrable que fue ese sol de mediodía solo quedó una fuerte lluvia de la cual las personas, incluso el escritor, apreciaron frente a sus caras rayos y truenos, como si el ambiente supiera que el mismo Campo Elías estaba cerca al recinto. 

La firma se alargó casi tres horas, el autor se fue para su habitación de hotel y fue el tema de conversación durante toda la noche de ese día y media mañana del domingo, justo cuando un hombre de camiseta azul, jean y bolso se sentó sobre las 12:00 del medio día para esperar de nuevo a Mario Mendoza, pero esta vez para conocer su trabajo ilustrativo Los Fugitivos.