Puede que el nombre Sonia Bazanta Videz no le suene familiar, pero el de Totó la Momposina sí le llegará de inmediato al alma. Ambas son la misma mujer nacida hace 83 años en Talaigua Nuevo, departamento de Bolívar, en el hogar de Daniel y Libia.
“Totó, nuestra diva descalza”, es el excelente reportaje que la periodista sucreña Patricia Iriarte Díaz Granados escribió sobre la artista que acompañó con su canto la pomposa ceremonia en la que Gabriel García Márquez recibió el Premio Nobel de Literatura aquel 10 de diciembre de 1982 en Estocolmo (Suecia).
Iriarte estuvo en la XXI Feria del Libro de Bucaramanga presentando este libro en el que con un tono poético reconstruye la vida y la obra de la cantante que fue una de las grandes atracciones de Ulibro 2015 y quien tras anunciar en 2022 su retiro de los escenarios hoy padece Alzheimer avanzado.
Esta biografía muestra con lujo de detalles a la alegre cantadora que, siempre acompañada de tambores y gaitas, interpretó cumbias, chalupas, chandés, porros, mapalés y bullerengues proyectando no solo el folclore caribeño sino el nombre de su país principalmente en Europa y en el resto de América.
Totó la Momposina recibe con este libro de 456 páginas el homenaje que Colombia le ha negado a tantos artistas que aunque escalaron la cima de la gloria, hoy permanecen en el olvido. “Este país se ha demorado mucho en reconocer sus verdaderas identidades”, expresa Iriarte.
Chí Chí Maní, Adiós mulata, Tres golpes, La candela viva, Puya Puyará, Aguacero de mayo y La verdolaga, son algunas de las canciones con las que Totó pasó a la historia, contagiando con su ritmo a propios y extraños, mereciendo distinciones como el Premio a la Excelencia Musical de la academia del Grammy Latino o el doctorado honoris causa en educación que le otorgó la Universidad Pedagógica Nacional.
En un emocionado diálogo con el docente Santiago Emilio Sierra, la autora manifestó que esta edición corregida y aumentada relata los principales acontecimientos en el trasegar de quien durante seis décadas ininterrumpidas sembró por el mundo una semilla, haciéndonos ver de dónde venimos, enfatizando que la música no se puede desligar de la cultura, la historia, el territorio, el medio ambiente y hasta la comida de los pueblos.
Conectada a su tierra con el corazón y con los pies, la diva que retrata este relato seduce al público con su voz y la percusión que le acompaña, así como a los lectores que descubren una artista de talla descomunal.
La admiración por la Momposina, que en este caso sobrepasa la fascinación, fue lo que llevó a Patricia Iriarte a sumergirse en el fenómeno de la cantadora que grabó diez álbumes e incluso participó en producciones con otras figuras como León Gieco, Víctor Heredia, Gilberto Gil, Pablo Milanés y Calle 13, transformándose en patrimonio colombiano.
“Totó fue una guardiana de la tradición, pero al mismo tiempo se permitía experimentar con las mezclas y los instrumentos. En eso fue visionaria porque además para ella fue muy importante llegar a la juventud, que los muchachos se enamoraran de esta música, y para lograrlo llegó a montarse en una tarima para tocar El Pescador en rock”, dice Iriarte, quien con su investigación rescató las tradiciones orales y literarias de origen africano y aborigen, lo mismo que la técnica, la filosofía y el concepto musical que engloba la legendaria artista bolivarense que con una afinación natural se mantiene vigente y que perdurará con el ímpetu que seguirán teniendo las aguas del río grande de la Magdalena.